De los distintos procesos por los cuales se les sigue causa judicial al expresidente y candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, una acusación por desembolsos sacados indebidamente de su empresa para el pago de una persona que lo señalaba de haber tenido con ella una infidelidad, lo ha puesto en el banquillo de los acusados en un tribunal de Nueva York. Se trata de 34 cargos por falsificación de registros financieros para tapar el pago. Independiente de las razones sobre este proceso, en paralelo el punto que se está debatiendo en la Corte Suprema de Justicia es sobre la inmunidad de los expresidentes y hasta dónde debe ir. Desde la posición de un fuero completo e inexpugnable como protección a quien desde su función se ve en la necesidad de tomar muchas decisiones muy controversiales, hasta otra que sostiene que la inmunidad debe ser muy acotada, pues la primera opción raya con la inmoralidad. Veremos qué decide la Corte sobre el punto de fondo.
Mientras tanto el proceso de New York ha dejado importantes cuestiones al descubierto. Con actos de rebeldía frente a las órdenes, el expresidente ha sido reconvenido por el juez que lleva el proceso por el permanente bombardeo de descalificaciones a los jurados, testigos y los mismos funcionarios públicos involucrados. Hasta tal punto ha sido el desacato, que ya el juez le puso una multa y le anunció que, si no cumplía con las órdenes judiciales, tendría que pasar por la cárcel.
La debilidad de la prensa. En efecto, una escandalosa práctica en el periodismo ha salido a flote en las primeras semanas del proceso. El editor de un tabloide, muy amigo y secuaz de Trump, señaló cómo compraban historias a personas que tenían escándalos con el fin de enterrarlos y que no afectaran la campaña electoral. Pues así se hizo en este caso: compraron para silenciar. El periodismo aliado de los poderosos y no de la opinión pública. Una trama ilegal para terminar influenciando al electorado en el 2016 (su primer mandato).
Actualmente en la campaña electoral las fuerzas están bastante parejas entre el presidente Biden y el expresidente Trump. Así que cualquier incidencia de los procesos judiciales de Trump, o de las guerras en Ucrania y en Israel podrían decidir la elección final. Sin embargo, en una encuesta de CNN mostraba cómo a los seguidores de Trump poco o nada les haría cambiar su voto por él, aunque resultara judicialmente culpable en este caso. Se ve el extremo de polarización política que se está viviendo en los Estados Unidos, donde las posiciones ideológicas y viscerales  han tomado buena parte del espectro político.
Si Trump continúa despotricando contra los miembros del jurado o los testigos, terminará encarcelado. ¿Qué efecto tendría? Trump ha sido hábil presentándose como víctima y no como victimario. Y seguramente si termina pasando unos días en la cárcel será toda una telenovela y hasta puede terminar obteniendo réditos políticos.